lunes, 19 de diciembre de 2011

Fiestas: Momento para cultivar nuestra solidaridad

ESTA NAVIDAD, PODÉS HACER 
ALGO POR QUIENES MÁS LO NECESITAN


LLAMA AL 4235140 E INFORMATE
SOBRE LOS MEDIOS DE DONACIÓN
PARA LA FUNDACIÓN MANOS ABIERTAS
EN CÓRDOBA

"Cuenta la historia que el pesebre como lo conocemos hoy día fue inventado por San Francisco de Asís. Francisco era famoso por la vida que llevaba, hablaba del evangelio con tanto entusiasmo que la gente y hasta los animales lo escuchaban atentos.En el año 1219, luego de haber formado una nueva congregación religiosa basada en la pobreza absoluta, partió a Oriente y pudo visitar los lugares donde estuvo Jesús.

El recuerdo más intenso de aquel viaje fue la gruta de Belén, donde el Señor quiso nacer en la pobreza más grande. Un día, un hombre rico, llamado Juan le preguntó a Francisco qué debía hacer para imitar a Jesús. Francisco le dijo que se preparara para la Navidad, y así este hombre hizo construir un establo y ordenó que llevaran heno, un buey y un asno. Así la noche de Navidad de 1223, muchos pastores y gente pobre fueron a la gruta que Juan había preparado para Francisco.

Allí, con el permiso del Papa, Francisco celebró misa. La emoción fue tal que Francisco se sintió él mismo un niño y comenzó a balbucear como uno de ellos. Entonces pudo verse dentro del pesebre un niño hermosísimo dormido, al que Francisco, sosteniéndolo en sus brazos, intentaba despertar de su sueño.

Entre testigos del milagro muchas eran personas dignas de fe y así se divulgó la noticia por todo el mundo. De aquel milagro, muchos obtuvieron beneficios espirituales y corporales: algunos se convirtieron, otros utilizaron el heno del pesebre y lo utilizaron como medicina para curar enfermedades y una mujer con los dolores de una parto difícil encontró fuerza y nació un niño y fue fiesta en toda la casa.

Esta es la verdadera historia del pesebre.

Francisco nos ha dejado en el pesebre un mundo pequeño e ideal ,que el hombre puede construir con sus manos, pero que debe inventar cada año, de lo contrario no trae ya un mensaje y se convierte sólo en un juego.

Que en esta Navidad ese Niñito que viene a traernos la paz y la esperanza, también nazca y crezca en nuestro corazón todos los días del año."




martes, 29 de noviembre de 2011

¿Qué hice yo para estar así?

Hace justamente un año
en esa tarde sombría
una llamada maldita
detiene toda mi vida.

Cada lágrima derramada.
cada historia conquistada
cada lugar que miraba,
cada sonrisa lograda,
se fundieron esa tarde
entre sorpresa y horror.

Mas aún vivo aquí estoy.
con mas proyectos que nunca
y con eso te digo adiós
y respondo la pregunta.

Carlos Romero

Poema 14

Utopía sutil
Vestida de juegos, de flor y de agua
De luz, de fragancia
Y a nada te pareces desde que él te ama

Tendida entre guirnaldas
Escribiste su nombre
Y a nada te pareces
En el silencio tuyo

Los pájaros y el viento
Fuerza del hombre
La tempestad agitaba
Y las alas al viento
Cual cáscara de nuez
En los mares del cielo

Estás aquí y te quedas
Junto a su trébol como mansedumbre
Te pareces al sueño
Sola y salvaje
Te pareces al amor y la melancolía

Carlos Romero

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Mi barrio



Para mi abuela Estela y su hijo Black

En mi barrio hay un auto destartalado donde viven dos gatos. A veces me gustaría ser como los gatos y andar por las cornisas, arañando el cielo sobre los tejados.
En la esquina de mi casa hay una verdulera amable que siempre dice mi nombre cuando me ve doblar la cuadra. Adoro ver el color de las naranjas o las mandarinas en otoño y a veces dejo mi huella posada sobre una de ellas (sin que esta señora lo sepa).
De noche, me tiritan los huesos del dolor y mi mamá me prepara leche tibia antes de dormir. De día, salgo a pasear por las calles, miro la gente pasar. Soy muy sociable con todos, pero odio ver a los extraños.
En la plaza, me gusta sentarme sobre el pasto mojado del rocío de la mañana y observo llegar los chicos a la escuela.
Para ser un anciano, aún puedo hacer muchas cosas, como asustar a los niños que intentan jugar a la pelota en mi cuadra.
Todavía conservo mi figura y el prestigio de mi estirpe que, aún callado, inspira respeto sobre los demás.
Sobre la calle Puerto de Palos, vive un delincuente, yo lo he descubierto en una de mis caminatas nocturnas. Tiene amores con la vieja siniestra de la Paysandú.
Ahora estoy solo en casa y percibo la llegada de este hombre. Sé que es él y que quiere hacerme algún daño, tengo el instinto de ello.
Sigilosamente me oculto entro al cuarto de mamá y, con cautela, oigo cómo desordena y acarrea cosas valiosas que pretende llevarse. Me duelen los huesos y tengo varias muelas careadas, pero aún escucho muy bien.
Él hombre entra a la habitación y me descubre debajo de la cama, nos miramos fijamente. A mí se me eriza todo el cuerpo. Él hombre pretende ignorarme, descree de mi capacidad para interferir en su macabro plan.
Entonces, con todas las fuerzas de mi ya añoso corazón me abalanzo sobre él y clavo mi mandíbula sobre su pierna. En eso llega mamá y corre asustada por los gritos del delincuente que escapa por la puerta entreabierta acarreando una pierna ensangrentada.
En mi barrio hay muchos tránsfugas, pero un viejo setter irlandés como yo, todavía conserva sus artimañas.

Mariana Valle

Roberto Arlt



Roberto Arlt: escritor argentino, trabajó en el diario El Mundo. Su columna principal eran las Aguafuertes Porteñas, también escribió El Juguete Rabioso, Los siete locos, Los lanzallamas y algo de teatro.
Fue un producto de los años 30 (la Década Infame), tal vez por eso sus personajes muestran las desesperanzas y desesperaciones.
Él muestra, como pocos, las partes oscuras de la sociedad y retrata un momento atravesado por profundas desigualdades sociales donde además muestra la hipocresía de alguna gente.
Cuando falleció, estaba aislado de todos los estamentos literarios y políticos en general.
En Los siete locos y Los lanzallamas se advierte una desripción anticipada de la militancia de los 60. Una mezcla de audacia, imaginación y sinceridad done también presenta la adversidad social en algunos personajes. Recuerdo una parte (creo que de Los lanzallamas) cuando alguien compara al "líder" del grupo con Lenin y el personaje responde "pero Lenin sabía a dónde iba..."
Erdosain es el personaje principal de Los siete locos-Los lanzallamas y la desesperación lo "delira" . Arma una organización para llevar a cabo la revolución social. Acude, en ese sentido, a un variopinto de personajes. Éstos, con sus proyectos "económicos" serán artífices de la logística necesaria para llevar a cabo dicha "Revolución", que finalmente no se concretará.

Alejandro Barios.

Personaje


Muchas sombras oscurecen al personaje, tal vez porque su luz brilla tan fuerte, o quizás porque lo ahogan sus penas. Creer que no era suficiente lo que vivía y necesitaba saber más para sentir más fue incrementando su ansiedad... Pocas veces se derrota la angustia existencial, pero la resiliencia hace que las sombras dejen pasar la luz.
Mi personaje trasciende de sí mismo hacia otro diferente... o, por lo menos, así lo entiendo y trato de persuadirlo de que no cese en su agonía porque la vida es hermosa y cambiante cada día.
No puede aniquilarte su dolor, ni mucho menos su temor: debe sentir, debe gritar, debe saltar, debe... debe vivir al máximo de sus sentidos, en plenitud.
Y sé que conoce la bondad y la sinceridad, pero no sabe que están grandemente inmersas en la profundidad de su corazón, de su alma, de su ser. Sólo tiene que dejar que salga, quitar las sombras y ¡ser feliz!

Carlos Dcberio

Sincera autobiografía de un seductor


Soy un mentiroso. Trato de engañar todo el tiempo. Sé cómo hacerlo. Empatizo muy bien con las personas y sé muy bien qué decir para agradar o para brindar una imagen deseada. Por ejemplo, si alguien cita una frase, yo probablemente sepa quién la dijo y dé una imagen culta.
Tengo vastos conocimientos de las personas y de la cultura general y lo uso para engañar.
Suelo mostrar interés en conversaciones que no me interesan en lo más mínimo para dejar la sensación de que la charla es interesante. Sobre todo, esto lo hago con las mujeres. Soy, lo que se llama, un "seductor empedernido".
Sé todo lo que hay que decirle a las mujeres para conquistarlas: Todo. Las estudio y recuerdo las cosas que le gustan, le pregunto sobre alguna trivialidad que charlamos ayer y ella se sorprende de que yo recuerde... Y así y todo, no suelo acostarme con todas, a veces sólo deduzco por deporte o vicio. Porque, en realidad, siento que es mi afición.
No dije mi nombre ni mi edad ni que tengo una hija. Pero eso no importa, en una autobiografía uno escribe lo que cree que es más trascendente y que da una idea de la vida de uno.
En mi autobiografía, yo soy el protagonista, para qué voy a perder tiempo en detalles. Tengo dos manos, dos ojos, etc...
Así que como es mi autobiografía sigo diciendo que me gusta la música, la noche, las mujeres...

Martín

lunes, 24 de octubre de 2011

11 de octubre. Trabajamos con Gustavo Roldán y sus dragones



Pasa de todo. Admito es pura tormenta y un suceder de sentimientos todos en fila. Y cada uno de ellos, como un mandato, intenta esconderse y pretender que la vida es eso: brotar para morir. Mira las plantas y sabe lo que está saliendo, sabe que ella deja morir la esencia de su vida, su yo más yo para luego ser como ese modelo de persona que siempre se juró que no sería. Y es un cáncer que crece adentro y no la deja salir. No lo habla con sus hijos ni con sus amigas. Sabe que ellas lloran y que cuando lloran no se dejan ver. No quieren que nadie sienta la pena que ellas son capaces de sentir, igual que ella que calla.
Casi siempre sueña. Sueña para escapar de su tristeza instaurada en el centro de su pecho. Imagina besos que no se van y manos que la abrazan. Imagina cielos que la cobijan sin miedo. Sueña, sueña. Y ese sueño es reposo.
¿Y si uno soñara con una rosa y al despertar encontrara en su mano esa rosa? ¿Y si uno soñara con esa dicha y la dicha le golpeara el hombro en la mañana? Y en ese sueño y en esa confianza de la realidad se da una tregua. Y se acuesta a dormir.
Martín Maurette

Cuando los otros hablan sobre lo que él ya sabe, los deja hablar tranquilos y asiente siempre. Tiene un gran respeto por la opinión ajena. Después se descuelga despacito de la rama de un Ciprés y se encoge hasta quedar más diminuto que una polilla, y anda sigiloso por ahí, juntando anécdotas que cuenta en rondas con amigos bajo la luna llena. En esos días se viste de cazador y se asienta sobre el monte. Pispea las chozas de damas coquetas que aguardan tras nostálgicas noches de ausencia la llegada de sus hombres que buscan alimentos. Entre sueños las visita y las envuelve con su barba espesa. Entonces, las arrastra hacia el recuerdo grato de la selva húmeda y les refresca los pies de rocío por la mañana. Ellas le agradecen y le dejan ofrendas, pues saben que preserva su fertilidad.
Él, de vuelta, se encoge, se encoge y se hace diminuto, hasta quedar más pequeño que una hoja, y se adentra en el paisaje frondoso donde reposa plácidamente tras una noche de agitadas aventuras amorosas.
Mariana Valle
(Continuación)
Ahora descansa debajo de un hongo. Esos hongos de cabeza roja y blanca. Y él abajo, acostado con un pasto en la boca contempla el monte, la humedad de sus plantas y toda la naturaleza le habla. Ve que el sol palidece entonces, que sobreviene el eclipse, que vemos todo de un color tétrico, que nada se alcanza ante nosotros, que no hay futuro. Pero saca afuera su experiencia, porque él sabe que todo está bien, que él y la naturaleza son lo mismo y que el miedo ya no tiene lugar en su vida. Y el mundo es su cobija.
Martín Maurette

LA PEQUEÑA INVASIÓN
Estaba intentado escribir una historia, ¡una gran historia! Tenía la hoja en blanco y un dolor en la espalda.
La musa inspiradora dio dos golpecitos con la batuta para comenzar la sinfonía de la creación, y en ese momento, cuando la lapicera se aprestaba a llorar la primera palabra, en ese momento, cayó una pequeña araña, tan diminuta, que me pareció tierna y graciosa. Caminó por la hoja como una bailarina. Después de verla un minuto ladeé la hoja para invitarla a irse, pero ella colgaba del último renglón como una trapecista. Me cansé y la soplé…
Al volver a la hoja en su lugar quise volver a escribir, pero esta vez cayeron dos arañas, o mejor dicho arañitas. Eran del tamaño de un grano de arroz. Luego fueron tres, después seis. Y en cuestión de segundos la hoja estaba invadida por centenares de estas criaturitas que iban y venían por los renglones como notas musicales en un pentagrama.
Mire al techo y ahí descubrí que de un nido de araña habían eclosionado miles de estas patitas largas. Y entendí la señal: ellas habían invadido la hoja y no pensaban irse. Yo dejé la inspiración para más tarde; al fin y al cabo, la vida se ha manifestado una vez más.
Miguel Valle
LAS FLORES
En el campo tengo muchas flores que estoy plantando. Hay muchas rosas que me gustan, donde ellas hacen sombras. Me gustan todas las flores, más las rosas. ¡Están hermosas! También el clavel.
Ernesto Díaz
LOS HOMBRES
En los mosaicos tengo muchos hombres que me dejaron plantada y que a mis amigas arrancaron para usarlas como ofrendas para mustias mujeres a las que visitaban. Me observan y se quedan perplejos ante mi belleza. Y entonces me desenvuelvo ante ellos y les ofrezco mis cualidades en todo su esplendor. Y me siento halagada por sus miradas penetrantes; pero enseguida temo.
Observo que el ser de raíces liberadas atraviesa la huerta hasta llegar a mí y me acaricia el cuello. Y entonces me imagino ya desvanecida sobre el agua estancada. Y me siento vulnerable y culpable de mi exuberante figura. Entonces ¡Ernesto! – llama un ser semejante y éste libera mi cuello y se entretiene juntando frutillas; mientras me siento segura enraizada en mi rosedal.
Mariana Valle




RUIDOS EN LA CASA SILENCIOSA

Tic tac, tic tac, el reloj en la pared,
siempre viene, siempre va, no se quiere detener.
Clic clic, clic clic, mi papá con su café,
siempre tiene la nariz pegadita a la Internet.
Crac crac, crac crac, las tostadas huelen bien;
son las que hace mi mamá, cada uno come tres.
Chuic chuic, chuic chuic, el chupete del bebé,
no lo suelta ni al dormir; no lo pueden convencer.
Din don, din don, en la puerta no se quien
ha traído algún sermón, nadie quiere ir a atender.
Rin rin, rin rin, el teléfono de mier…
si es llamada para mí, díganle que no me ven.
Móf Móf, móf móf, el perrito pequinés,
quiere ir hacia el jardín, porque acaba de comer.
Shit shit, shit shit, los chistidos para él,
porque traje un gato aquí y no tienen que saber.
Miguel Valle




EL UMBRAL DE LAS DIOSAS

Una hoja vaga por el viento,
una hoja viene y va,
si su carne cruje en el silencio
nadie la escuchará.

Nervaduras que ha quemado el tiempo,
ya no quieren respirar
y su cuerpo gira en el cemento
no la vayas a pisar.

Hoja, suerte roja
de tu árbol caíste al umbral
de las diosas poderosas
que dan su luz.
Miguel Valle
UNA HOJA QUE VAGA POR EL TIEMPO

Una hoja que vaga por el tiempo,
perteneció a nosotros dos.

Fue testigo de aquél beso,
fue cómplice de nuestro amor.

Ella estaba cuando estábamos
abajo del árbol aquél,
en que sellamos el pacto,
y en que nos quisimos tanto.

Pero en otoño se murió el tú y yo,
y del árbol la hoja calló
y desapareció
la testigo y cómplice
de nuestro amor.
Eugenia Trinidad Tale


LIBERTAD








Yo andaba de novio y no me daba permiso porque me tenía abajo de la pollera . Yo quería la libertad pero era muy celosa. No me dejaba salir a la puerta. Me tenía todo el día dentro. Yo quería la felicidad.








Ernesto Díaz


SALIR ADELANTE





Esta es una leyenda que aunque es una leyenda sería hermoso que muchos la puedan hacer realidad. Cuenta de un hombre que luchó mucho para dejar atrás un pasado triste, que tras muchos intentos por lograrlo el día por fin parece haberle llegado. Su corazón rebosaba de alegría. Parece que el destino le puso adelante el gran amor de su vida. Él se jugó entero por esto que parecía ser por fin su felicidad, aquella felicidad que por fin lo haría olvidar aquel horrible pasado, tan triste y por un buen período de tiempo. Así fue. Él estaba olvidando por fin aquel horrible pasado pero un día todo aquello se cayó de a pedazos cuando descubrió que su supuesta felicidad tenía dos caras. Su aparente felicidad se derrumbó cuando descubrió que aquel amor era falso. Sólo estaban jugando con sus sentimientos. Aquello entristeció mucho al muchacho y se echó al abandono. Perdió todo lo que había logrado. No entendía por qué siendo una persona tan buena la vida se encargaba de castigarlo. Estuvo mucho tiempo como depresivo. Se había abandonado a sí mismo. Hasta que un buen día descubrió que si bien era bueno, se había olvidado siempre de algo muy valioso: nuestro creador Dios. Y decidió buscarlo. Empezó a buscar de nuevo un camino a la felicidad, pero esta vez apoyándose en Dios. Encontró un buen lugar con buenas personas. Todas llenas de problemas peor que los de él. Y se dijo a sí miso y a Dios qué egoísta había sido. Convivió un buen tiempo con estas personas y empezó a buscar su felicidad. Hoy gracias a Dios puede decir que se encontró a sí mismo y puede ser feliz, compartiendo con otros sus logros. Y siempre le pide a Dios por estos compañeros para que puedan reencontrase con ellos mismos y salir adelante, al igual que ser felices.






Luis Almeira


UN PUEBLO DE GRACIOSOS SUSURRADORES







Era un pueblo demasiado aburrido, más bien demasiado tranquilo por no encontrarse en una ruta importante y por no tener fábricas. Solamente había sembrados, algunos animales, una tienda de ramos generales, un correo y un boliche, adonde se reunían los personajes del pueblo que contaban sus anécdotas: los graciosos y también las autoridades del pueblo. Todos ellos relataban cosas ciertas mezcladas algunas veces con mentiras.
Un policía no dejaba ni siquiera fuera a su familia. A su señora la tenía demasiado mal en sus cuentos hasta que un día sus compañeros le hicieron hablar de ella y éste empezó a narrar. Su señora se dedicaba a la venta de pan casero y él le ayudaba a amasar. Un día, ya cansado y para que ésta no le mande más, llenó de leña pequeña la masa, la que fue horneada y vendida a los clientes. No les gustó y dejaron de comprarles, pero ella nunca había sabido el motivo.
Sus compañeros la habían escondido para que ella escuche. ¿Se imaginan el final del gracioso?










Eduardo Pedernera


UNA VERDAD CONTADA







Nunca me gustó leer, escribir o ver el horror. Nunca me gustó ni me gustará narrarlo, porque prefiero soñar lo contrario. Prefiero leer, escribir y poner todos mis sentidos en lo hermoso y maravilloso, que no permita darle rienda suelta al horror, porque no me gusta el horror. Prefiero decirlo ahora y contarlo así: contar que la vida deja de ser un horror cuando vives el amor… ¡sí!, el verdadero amor. Y esto tan grande, tan infinito y tan poderoso acaba con el horror. No me gusta ni nunca me gustará. Estoy cansado de verlo y oírlo, estoy saturado de él y de sentir que corre por mi piel sin piedad cuando llega. Lo huelo y hasta lo toco. Y entristece profundamente mi alma cuando se ríe, cuando se burla de mi temor, de mi pánico, porque es lo que más le gusta al maldito horror: ahogar mi corazón y mis esperanzas. Y por eso no me gusta hablar de él, ni contar nada de lo que él hace; porque no merece siquiera mencionarlo ni imaginar que existe aunque es real. Es mi peor pesadilla y la sombra oscura que tapa el brillo de la alegría.
Hoy quiero contar que su poder está muriendo cada vez más cuando la fuerza del amor está llenando la vida de quienes vivimos el horror… y no es cuento ni una fábula, muchos menos un ensayo… ¡Que se yo! Tal vez sólo son palabras que corren en este papel, que salen de mi pluma; pero sé que es más que esto, porque salen de mi corazón dolido y abrumado por el horror que lo carcomía lentamente sin poder salir de ahí.
Hoy estoy feliz porque estoy aquí, porque escribo aquí, por mis amigos nuevos y la bella maestra que impulsan este maravilloso momento para escribir y no contar más del horror. Sólo para sentir que existe un mundo hermoso, lleno de colores, de esperanza y de alegría que sentimos y queremos vivir. Esto no es un cuento, es una verdad contada que queremos vivir tú, aquél, ella, nosotros, para encontrarle sentido verdadero a la vida… inexorablemente… hacia el infinito. ¡Gracias Dios por permitirme escribir esto y no darle más rienda suelta al horror; sino al amor!






Carlos Alberto Beltrán

Mi amigo Fito (cuento enviado)


Mi amigo fito

Había una vez un duende muy particular y divertido. Ese era mi amigo Fito y les voy a contar… Un día a la salida de cole escuche atrás  de un árbol  a un diminuto duende. Me invito a tomar un té  a su casita. Fito me conto muchas historias: Romeo y Julieta, Blanca Nieves, Aurora y Annie. Pero tantos cuentos ¡se me hiso de noche!! Y me tuve que ir así que fito me dijo chau y me fui. Al orto día fui de nuevo pero fito no estaba y triste me volví a mi casa, cuando llegue sentí que alguien me decía:  Martí, Martí estoy aquí abajo. Que haces acá mi mamá te va a matar!! No soy el duende de tu imaginación vivo en tu mente. Desde ese día nunca más estuve sola ya que todos los días me levantaba con polvo de hadas.
                                      FIN.        
Estrella Lucía Sposetti.

martes, 18 de octubre de 2011

Tango



Confesión


Amigo mío. Te pido tras unas cañas, me prestes oreja a lo que te voy a confiar. Desde el cielo mi querida viejita debes estar llorando. Al saber que nos dio su tiempo y buenas costumbres y le estoy fallando como un maula, por culpa de una pollera que ya tiene dueño y engañamos los dos a mi querido hermano. ¡Cómo se lo digo! Que una noche escabiando la tomé a la prenda y ella se entregó la ladina como una fiera, la perra. cómo se lo cuento, amigo, dame un consejo, hermano.

Antonio.

Tango literario


Por las calles de mi barrio
suena un tango literario
y lo bailan adversarios
con filosos diccionarios.

Cuando canta el gordo María
lo acompañan los canarios
y hasta el vendedor de diarios
le hace buenos comentarios.

Vengan, negros; vengan, arios
a las calles de mi barrio
que ya suena por la radio
este ritmo dinosaurio.

En el tango literario
que nació con un sicario
de poetas y de varios
afamados literatos.

A-B-C Abecedario
gente, es con g de gato
vengan todos a mi barrio
que ya empieza el dos por cuatro.

Miguel Valle.

Recuerdos


Cuando tenía 4 años me gustaba jugar a la bolita
al tejo
me gustaba jugar con los chicos
y después
a los 10 años,
jugar a la pelota
ir a la escuela,
pero tenía una
maestra muy mala...

Ernesto.

sábado, 15 de octubre de 2011

El Hada Caprichosa (cuento enviado)


El hada caprichosa


Había una vez un hada muy caprichosa 
Siempre desobedecía a sus padres, y cuando no le daban lo que quería lloraba y lloraba.
Para su cumpleaños había regalos preciosos pero no le gusto ninguno desprecio los regalos muchísimo.
Cuando termino el cumpleaños llego un anciano…

El regalo del anciano tenía muchas luces, cuando el hada lo abrió era un cofre el anciano no dijo nada pero el hada después descubrió que era una caja mágica. 

Ella pidió un deseo nunca se supo cual pero sus padres la descubrieron y pidieron q no sea más caprichosa y desde ese día nunca más fue caprichosa.

Cuento enviado por Estrella Lucía Sposetti (8)

miércoles, 12 de octubre de 2011

Héroe

Hace mucho que me vengo preparando. Muy pocos lo han hecho y ellos están en la historia. Esos pudieron ver lo que nadie vio, o muy pocos vieron, yo, Pablo Lallana, lo voy a hacer. No me importan las consecuencias, aunque porque mi misión es redentora y es el primer paso para abolir este sistema destruyéndolo desde su raiz, su "luna".
Y tengo las armas, el calibre de una Magnum que funciona y que alistaré para cumplir mi cometido: Conservar la obra de tantos héroes que cambiaron el mundo, Alejandro Magno; José de San Martín... Todos rompieron las circunstancias de su época y yo, con mis dieciséis años voy a empezar y mi escuela es el primer paso.

Martín.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Casas



Paisaje

En un punto estratégicamente ubicado, de un indescriptible valle por su gran cantidad de hermosos colores, todo como si fueran estampados en un gran manto  verde, ya que éste era el color que predominaba, se encontraba enclavada una antigua casona, rústica, construida totalmente en piedra y madera.

Juan

Un sueño

Comienzo de primavera, alegría. Árboles, flores.Aves de distintos colores con su canto con mil tonos
le dan a esta casa sacada de cuento un poco también de poesía. Sus muros. Trabajos para la pintura de un pintor, en sus sueños de soledad y pinceles, buscando aquél paisaje que sólo él conocería. Ventanales y cortinas sobrias. Tejados descoloridos por los años. Patio tan grande y verdoso. En el medio una mesa, pocas sillas, libros y algunas revistas.
La música suave, el perfume arrastrado por la brisa de la brisa temprana. Un sueño: la casa mía.

Antonio


El Descanso

En mucho se asemeja en mi gusto. Tiene distancia mezclada entre naturaleza y materiales trabajados por el hombre, el que quiere vivir en el lugar, pero mezclado con comodidad. El alero que protege de la lluvia y el sol, mientras gozas de ese sillón que hace de tu descanso, multiplique la distancia y y no quisiera que nadie interrumpa el momento hasta no robarle todo lo que pueda. Luego, caminar para saber si existe o fue sólo un sueño lo que vieron mis ojos; también si accidentalmente te encuentras con alguien, poderlo contagiar de la inspiración causada, mezcla de paz y realismo.

Eduardo Pedernera.


Casa

Esta casa es de Horacio Quiroga, tiene muchas cosas; hay plantas y una mesada, con una mesita de madera. Allí vivía con su señora y después se separó.

Ernesto.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Cuentos que escribimos el 5 de septiembre



INSATISFACCIÓN




Es tan poco lo que puedo escribir
que no quiero luchar contra el tiempo
y no puedo obligarme a sentir
lo que muy dentro mío no siento.

Es tan poco lo que puedo decir
en un par de minutos soberbios
y no quiero tener que fingir
que no tengo un ataque de nervios.

Ya no quiero sentarme a mirar
como corre el cruel minutero,
sin dejarme siquiera pensar
que navego en un suave crucero.

Ya no puedo con miedo esperar
que el reloj me cierre el cuaderno,
porque es casi como naufragar
de a poquito en el mar del infierno.

Miguel Valle

A MI QUERIDA ESTELA




¡Qué solo estoy! Ya esos años noventa están muy lejos. Sólo los dulces recuerdos me mantienen de aquello que fue. Y le dimos un término muy infantil, ya que casi como un juego lo terminamos. Sólo sé que ya es tarde, que no tendría que haber lamentos; pero cómo no lamentar si aún te quiero. Cada paso, cada momento, lo recuerdo, como la noche del primer beso, la primera caricia, el primer te quiero.
Hoy, entre el temor de no volver a amar, siempre me consuelas tú. Tu imagen se vuelve un ángel de luz. Y esa lágrima que corre por mi rostro ya no es dolor, porque estás allí; porque sé que aún te amo, porque tus caricias las siento. Pienso que nunca te perdí, que sigues a mi lado. Como quisiera decirte todo esto, como quisiera vivir a tu lado, ¿cómo vivir sin tenerte?, ¿Cómo decirte te amo?, Estela.

Antonio Moreno

La capacidad de escuchar




Nada tan entrelazado como la diversidad de temas que se pueden llegar a captar en lugares donde suelen congregarse gente de distintos ámbitos, personas con vivencias inimaginables. Lástima que no logremos advertirlo, quizás por nuestro natural egoísmo o por centralizarnos en nuestras propias cosas y que pasemos por alto o cometamos el grave error de no utilizar el gran don del que todos estamos provistos, que es la atención: ¿O habremos perdido la capacidad de escuchar?


Juan (Pequeño)

PINTOR DE LA GENTE FELIZ




Lo veo como algo vivido en esas multitudes que contagian y te hacen sentir cómodo. ¿Será que siempre compartí con gente dispuesta a organizar eventos en lo cual la labor no me cansó?
Ver a la gente despreocuparse de sus problemas, gastando todas sus energías físicas para llenar su espíritu de cosas positivas.




Si hace frío o mucho calor no importa, sí, aprovechar las charlas de la gente que se cruza en eses reuniones. ¿Será que no puedo vivir sin comunicarme?

NO ESTOY SOLO


Yo estaba en una casa. Estaba muy asustado porque no conocía la casa y me fui al campo. Allá conocí a una chica que se llamaba Elisa y me quedé allí y no me fui nunca.


Ernesto Díaz

TEXTO LIBRE



EL PUÑAL




Como si esa mano, exprimiendo sangre de cuero, contra un cielo blanco, junto a la cara de un idiota que si fuera real; habiendo partido con zapatos que lastiman por la calle del pantano y errado el camino. Un día cálido que se arrastra a su elegido fin. La sangre, congelándose negra entre los dedos contentos.




Ernesto Díaz

viernes, 2 de septiembre de 2011

29 DE AGOSTO, Escribimos a partir de leer cuentos de ciencia ficción

TE ESPERAMOS LOS DÍAS LUNES DE 10 A 12 DE LA MAÑANA PARA COMPARTIR ENTRE MATE Y MATE, LECTURAS Y ESCRITOS TUYOS!


CITA CON LA MUERTE






A esa hora del día, tenía la cita con ella.
Me venía invitando a tomar una dulce merienda.
Yo excusaba el encuentro con tareas, deseos y proyectos;
yo abrazaba en el mundo los mejores sueños secretos.

Pero ella sabía que yo siempre vivía con miedo,
recorriendo caminos con los sordos, también con los ciegos.
Hacia donde llegaba, ella siempre mi nombre decía,
yo cerraba mis ojos y abría mis viejas heridas.

Pero fue ese día, en que ella con su largo vestido,
se sentó a mi mesa, parecíamos grandes amigos.
Me miró a los ojos y me dijo: - “Estoy algo apurada”
Yo le dije: - “Perdona, necesito hacer una llamada”.

Y besé la pequeña botella, la que ella puso en mis manos,
y bebí de la sangre caliente, sin mirar al pesado pasado,
y me puse de pié, sin saber, que mi luz ya se había apagado.
Y al querer dar un paso entendí que ya todo se había acabado.




Miguel Valle

Tierra: planeta enfermo





¡Qué lindo seria mi mundo sin máquinas mortales, sin dineros que nos marquen distintos recursos y todos hablando un mismo idioma! Que los niños tengan las mismas oportunidades, sin discriminación de piel, sin ricos, sin pobres, sin hambre, sin enfermos por la falta de medicinas, sin objetivos, por falta de políticos que sólo esgrimen guerra. Esos que le ponen números a su mundo, dividiendo la riqueza divina que es nuestra tierra. Aquellos que con un misil piensan en liderazgo, poder y humillan a los pobres, roban sus leyendas, sus costumbres.
La avaricia los hace ciegos y van en conquista de otro planeta. Lo que los hace aún más ciegos, si todavía no conocen éste, nuestro planeta. Mientras no quieran ver las enfermedades, el hambre y gasten sólo en guerra, no podremos ver qué linda es nuestra tierra.
Antonio Moreno





REINA NEGRA



Llegó a esta casa y la vi:
una perla, un terciopelo,
que al mirarlo reflejaba
en mis ojos colores increíbles.
Racimos de uvas negras,
en su anochecido cabello,
jugando en sus hombros.
Sus ojos, café intenso.
Sus labios, brasa encendida,
como un clavel rojo; mordía.
Eran sus senos
dos manzanas deliciosas,
que de su cuerpo salían.
Frutos únicos de ese árbol
perfecto, que yo veía.
Sus piernas dos cascadas,
en que hundiría mis manos,
por frescas y cristalinas.
Sin saber siquiera su nombre,
¡Yo, la sentía mía!
Perturbadora de mis sueños,
canto de ave desconocida,
si un día cuento mis sueños
a una persona desconocida,
le diré que conocí una reina,
escapada de una jungla:
Reina negra,
perla desconocida.
Antonio Moreno


Setiembre de 2175





Todo cambió. Ya no existen tiendas, sólo campos nudistas. Las parejas no son como Dios lo quiso. Se aman a su manera: mujeres con mujeres, hombres con hombres e hijos por encargo. Hacen el amor por celular y en nueve meses pasan a buscarlo. Se acabó el asado dominguero: tírate un par de latas al microondas y prepara los cubiertos descartables que el lavavajillas destruye tus manos.
Lunes en el colegio. La señorita pregunta a la niña: ¿Cómo se llama tu mamá? Mi mamá José. ¿Y tu papá? Adriana. ¿Tu hermano mayor tiene familia? Sí, se llama Tito. Y todos vivimos en familia.
Antonio Moreno


AÑO 22OO




Yo llevé a la nena al médico para que la vea por una quemadura en los pies, pero no la vio porque estaba ocupado. Y la llevé a una asistencia y ahí me la curaron.
Un mes estuvo en curación y después la traje a la casa. Se curó de todas las quemaduras.




Ernesto Díaz


lunes, 29 de agosto de 2011

DE DICHOS Y DIRETES



Y LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON




Transcurre un día más en el hogar, con gente que tiene sueños y esperanzas. En el aire se siente la ilusión de que el tiempo de estar sea un lapso muy pequeño.
Todos sueñan un futuro mejor, sin perder la esperanza. Después de todo, sueños son y es lo último que se pierde.




Miguel A Kostecki




ENTRAR CON EL PIÉ DERECHO




Cuando se emprende un negocio, o se inicia cualquier tipo de emprendimiento o empresa, se suele utilizar a modo de buen presagio la frase “Entrar con el pié derecho”. Supongo que pié derecho se refiere a ir derecho o directo al éxito con dicho emprendimiento y no con el fin de despreciar o adjudicarle fama poco favorable al pobre pie izquierdo. Y aún menos pensar en algún tipo de inclinación política, ya que estamos en época de elecciones.
Espero haber interpretado medianamente bien dicho dicho y no me mandes como dice el otro dicho: “Zapatero: a tus zapatos”. Y si he errado el concepto espero me corrijas, ya que “No hay mal que dure cien años”.




Juan Medina




EL GATO ENCERRADO




- Aquí hay gato encerrado Joaquín.
- Es cierto, Estela. Es Filipo, que quedó encerrado en el cuarto de tío Andrés. Se fue de pesca con unos amigos y no volverá hasta pasado mañana.
- ¡Ay, ¡pobrecito! ¿Y el gato quedará encerrado hasta entonces?
- Sí, Estela, pero no te preocupes. Tío Andrés es tan poco interesado en el orden y la higiene que Filipo seguro encontrará alguna vieja porción de pizza debajo de la cama y latas de cerveza.
- No sé, Joaquín, no sé qué pensar. En mi casa amamos a los animales y pensamos que la libertad es tan importante para ellos como para nosotros. Mi abuela Isidora tiene un loro que participa con su opinión de todos los vaivenes de la política y la farándula.
- Bueno Estela, ya no te angusties. Mira: en la heladera hay un poco de salame y queso. Le podemos alcanzar a Filipo unas fetas por debajo de la puerta.
- Pero Joaquín, no se trata sólo de la comida. A los gatos les gusta caminar por las cornisas, salir al jardín, cazar grillos y refregarse en las piernas de las personas.
- La verdad Estela, no sé qué clases de gatos hayas conocido tú; pero Filipo ni sube por las cornisas, ni caza grillos. Lo único que sabe hacer es enroscarse arriba del televisor. Mi papá ya se cansó de correrlo de ahí y dijo que en cualquier momento compra una pantalla plana. Pero bueno, ¡ya basta de hablar del gato!, se supone que tenemos que hacer la tarea de Lengua.
- Sí Joaquín, es cierto; pero con los maullidos del gato dudo mucho que podamos concentrarnos. Sólo escúchalo, si hasta parece que sufre claustrofobia.
- Ya no exageres, Estela. Filipo maúlla así porque está escuchando tu voz y siempre que hay visitas él quiere ser el centro de atención. La última vez le rompió las pantimedias a una de las dos novias de tío Andrés.
- Mira Joaquín: o liberas al gatito o no haré ninguna tarea contigo. He dicho.
- Estela: por más que quiera, no puedo hacerlo. Tío Andrés se lleva siempre la llave de su habitación, porque no quiere que nadie ordene sus cosas, porque según él se las desordenan y luego arma gran escándalo ya que no encuentra su máquina de afeitar.
- ¿Sabes qué, Joaquín?: mejor me voy. Creo que eres un monstruo. ¡Adiós!
- Pero… pero… ¡Estela! ¡Rayos! ¿Quién las entiende? Tanto escándalo por un gato encerrado.




Miguel Valle.

LAS MENTIRAS TIENEN PATAS CORTAS

Mi mamá me decía que no mintiera nunca. Un día yo le dije que iba al colegio y no fui. Pero la maestra fue a mi casa a acusarle a mi mamá que no iba a la escuela. Y entonces, mi mamá me puso en penitencia y me dio una tremenda paliza. Desde entonces, nunca más le mentí.

Ernesto Días


SIN VIDA

¡Qué fácil creer vivir la vida cuando todo se evita
y le damos vuelta el cuerpo a todo aquello que nos responsabiliza!
Buscamos en lo de los demás, lo que nunca damos,
saqueamos aquello que nunca trabajamos,
vemos solo la película en el que otro ha trabajado,
comemos el pan que nunca amasamos,
usamos la ropa que no es de trabajo,
escuchamos música, sin nada importarnos,
comemos siempre el mejor pescado,
bailamos, reímos,
en la mansión, que es el sueño de los pobres de dinero y alma,
que sólo caminan en busca de un encuentro
que tirado en la calle dejó alguien que le sobra.
Y así también vivimos, una manera fácil:
criticando gobiernos, ricos, poderosos;
pero ciegos, no videntes a las cosas que no queremos ver.
Y queremos una balanza propia para nuestros pesares.

Antonio Moreno.

domingo, 28 de agosto de 2011

LOS QUEBRANTAHUESOS!!!!!


QUEBRANTAHUESOS 1
El humor de verano ideal para una pechuga de mujer. Patricia tiene para venir un combo con exquisiteces de pollo deshuesado. Con muletas lo trajo el rengo Don Gallo y rompió la noche en charla con las polluelas.
Antonio Moreno


QUEBRANTAHUESOS 2
“La mirada, la observación es siempre invasiva, pues no me miro a mí mismo porque los ojos no apuntan hacia adentro. Pero admiro en los que me rodean su tolerancia y su capacidad para el elogio (uno me elogió mi silencio y otro que no me quejo nunca)
Las cosas grandes deben ser dichas con grandeza. Con grandeza quiere decir con inocencia e ironía.”
Después del mal de la vaca loca, vino el bien de la vaca cuerda. (Firmado: La vaca Aurora)
Un lugar que casi nadie conocía ni conoce: La literatura.

Carlos Miguel Molina Hoffman

TEXTO LIBRE



AMIGOS
Hola Cara e tabla cómo andai. Bien un rato paciando por estas calles deste barrio donde soy tan junau y e vivio mi ma etrepitosa juventu donde las minas soñavan con este varon. Che Cara e tarro me parese que vo no solo andai pasiando, ¿Qué ta pasando compadre Cara e tabla, que lo veo con ese caretón que se lia dibujau una sonrisa como si li ubieren echo cosquia en lo testiculo?
Sabe que pasa hermano Cara e lata ute se acuerda de la Negra sonrrisa e yegua Por supuesto loco, como no me voi acorda de semejante minon mejor delantera que la selesion.
Bueno baia abriendo las paila de lo que le gua conta. Aca en la cuadra se corre la filosa que ute e el padre tan loco como van a desi semejante barvarida si io nue olio por ai. La última ve que la vi a la cara e yegua fue en el baile de la Mona ia ni me acuerdo cuando fue.
Bueno dejemos esto y vamo a toma un totin que ya tengo lo gaio seco por la gana de saborea ese liquido ieno de vida que Dio nos dejó y a charla un poco de fulgo y picamo uno salame la Colonia como le gusta a uste mi negro Agi.



Antonio Moreno

domingo, 24 de julio de 2011

Celular

Un niño andaba con una chica que le gustaba, era hermosa, y no la miraba, sino le mandaba mensajes por el celular.
Ernesto Díaz.

El último encuentro



Esa mañana fui a la Biblioteca Provincial, tras el llamado del agente López. Al llegar, ya habían perimetrado el cuerpo con la cinta de precaución.
La víctima, una mujer de unos cuarenta años, contextura robusta, piel pálida, quizás por la muerte, a primera vista presentaba signos de extrangulamiento y asfixia.
Hice los apuntes de rutina y pedí la lista de los empleados de la biblioteca.
Todos parecían con una actitud muy natural, y lo que me llamó la atención fue el anciano que era auxiliar de la occisa tenía una leve mancha de rouge en el paño de su camisa.
Lo despedí después de agendar su dirección y le pedí que no saliera de la ciudad mientras durara la investigación.
El equipo de vigilancia, pudo proveerme de esa camisa manchada cuando el anciano llevó ropa a la lavandería. Los análisis respectivos corroboraron que pertenecían al mismo material del rouge labial que presentaba la víctima el día de su muerte.
La autopsia indicó que la mujer, de nombre Inés González , tenía  cuarenta y cuatro años, murió por estrangulamiento y obstrucción de las vías respiratorias con algún material adherente en el rostro, presumiblemente, una bolsa de plástico.
El equipo de investigación recicló la basura que el anciano sacaba de su departamento y encontró que una de las bolsas tenía manchas coincidentes con el maquillaje de la víctima.
El móvil lo supo después:; el anciano siempre había querido ser el bibliotecario titular, pero para eso, la actual empleada debía retirarse o fallecer.
Por último, fuimos a buscar al anciano a su edificio. Pero éste salió a nuestro encuentro arrojándose desde el séptimo piso.

Miguel Valle.

La Persecución

El primer indicio fua la llegada de una carta. Alguien le avisaba que su esposa solía encontrarse cada mañana con un colectivero de la línea 60.
"Ella trabaja de lunes a viernes se siete a catorce", pensó el marido leyendo con rencor aquella insidiosa carta.
Durante aquella noche el forjó un plan.
La seguiría a la mañana siguiente, ni bien ella se marchara.
Su mujer solía abordar el colectivo a dos cuadras de la casa.
Lo mejor era caminar detrás, a cierta distancia: es decir, a no más de cuarenta pasos ni menos de veinte.
Suponía que ella iría directamente a esperar el colectivo sin detenerse en ningún sitio.
Por lo tanto, él se sorprendió cuando su esposa entró a las siete menos cuarto a la panadería de la otra esquina.
Sin poder contenerse, él se asomó detrás de los cristales, disimulando bajo el espeso velo de un abrigo negro que colgaba, justo del otro lado, de un perchero.
Cuando su mujer salió llevando una torta él apenas tuvo tiempo de esconderse.
Cabizbajo y ardiendo de furia, el pequeño hombre siguió los pasos de su joven mujer.
Cuando ella llegó a la parada, él volvió a esconderse detrás de unos improvisados carteles que decoraban la vereda.
Girando la vista en derredor, el marido engañado vio que la calle estaba desierta.
"El colectivo ya debe estar por llegar",  se repitió el con oscuro recelo y, en un instante, se dio vuelta sorprendido por un extraño grito.
"Vos fuiste el que te interpusiste en nuestro camino y el que la obligaste a dejarme cuando ella quedó embarazada. Pero sin embargo, ella nunca te quiso y siempre esperó el momento de la venganza", le dijo el hombre alto que llevaba el uniforme de colectivero, luego de estrellar la torta en su cara y, poco después, de cuando su mujer se despidió, de él con un gesto cortante y soez, el pequeño hombre se puso de pie y, torciendo la carta que aún guardaba y llevaba en un bolsillo, hizo con ella un pequeño bollo que utilizó para quitar de su cara los restos de aquella exquisita torta.

Carlos Lombardo

viernes, 22 de julio de 2011

La Hospedería "El Desquiciado"

Caso ocurrido una noche de invierno en la zona céntrica de la gran ciudad.
Fuera de la Hospedería "El Desquiciado", cuatro hombre bebiendo alcohol en forma.
El humo de los cigarros casi confundían sus caras semi descubiertas por buzos con capuchas que hoy es común en la gente de mal vivir.
Entre las cosas que mil veces contaban para pasar su tiempo, discusiones de fútbol que nunca vieron y novias que jamás tuvieron, Pasan las horas del frío en la calle, que los transforma. Después de mucho rato uno se da cuenta que faltaba El Negro Sin Dedos. Se oía la taconeada de un policía llegando hacia ellos y pregunta quién conoce a ese vago que, más adelante, está bañado de sangre tirado en la vereda. "¡Yo!" Contestó El Mudo. "¿Y qué le pasó?" Preguntó el oficial. "Yo no he visto nada" dijo el ciego Altavista. "¿Y usted qué sabe?", le preguntó el oficial al Sordo Tapia. "Y... no sé, todos tomábamos leche para pasar el frío, dijo El Mudo charlatán. "¡Tendrán que acompañarme a la comisaría!", dijo el oficial, porque Sin Dedos está muerto y la falta de unas cajas denunció el kiosquero.

Antonio

domingo, 10 de julio de 2011

Sin palabras



Paula miró a Laura. Laura miró la jaula. La jaula quedó vacía. ¡Qué triste lo de aquel día! Eran las dos hermanas gorditas y algo enanas. Tenían un perro cojo y un gato que era muy flojo.
Paula miró la jaula. Laura lloró sin habla. La jaula siguió vacía. ¡Qué triste lo de aquel día! El ave que allí vivía, tirada quedó en el suelo, con signos de una mordida, de gato o tal vez de perro.
Paula miró al perro. El perro miró al gato. El gato con mucho esmero limpiaba su pelo negro. Laura miró a Paula. Paula agarró la escoba. Y el perro corrió en tres patas, lejos de las señoras. Laura con una pala dispuso ayudar a Paula, y alzaron las muertas alas del pobre cantor del alba.
Paula miró al gato. El gato ni pestañaba; y luego de verle un rato, Paula quedó con rabia. Laura guardó la jaula. Paula no dijo nada. El gato no las miraba y el perro ni se asomaba.
Paula tomó un cuchillo. Laura quedó aterrada. El perro tembló en tres patas, el gato se dormitaba. Paula cruzó la sala, llevando cuchillo en mano, y antes de dar dos pasos, el perro sufrió un desmayo.
Laura corrió apurada y trajo un abanico, batiéndolo en el hocico, y el perro no reaccionaba. Paula siguió marchando, el gato esbozó un bostezo, y cerca de su pescuezo pasó un cuchillazo blanco.
Laura quedó pasmada. Paula quedó vengada. Y al lado del gato negro estaba la desgraciada: era una gran serpiente, larga y amarronada, que en esa fría mañana buscaba sangre caliente. Primero mató en la jaula y quiso seguir su juego, buscándole las espaladas al gato que estaba ciego.
Y así eran en esa casa, no había ninguno entero. Y en medio de los sucesos, volvió a reaccionar el perro. Laura miró a Paula. Paula miró a Laura. El perro miró a ambas. Ninguna le dijo nada…
Y nunca dijeron algo, ni al perro ni al pobre gato. Es cierto, no tengan dudas, porque eran hermanas mudas.
Miguel Valle

Robando sueños



Fue en una tarde de invierno. Precisamente el 26 de junio de 2011. Tarde fría. Caminaba por las calles de la gran ciudad. Buenos Aires tiene un no se qué: cánticos y bandoneones empapelan la ciudad.
Algo asombroso pasó. Vi un barco pirata que recorría las calles. Se entremezclaban banderas rojas y blancas, goles y risas. Llantos, ahogo y penas mezcladas. Sólo tenía un sólo significado: Gerónimo Luis de Cabrera pasó y dejó su legado.
Hoy comimos gallina y sus huevos, lo robamos. ¡Qué grande es ya la historia que ha dejado BELGRANO robando sueños!


VIAJES

Yo fui en avión a África. Cuando bajé llovía plenamente y hacía mucho frío. Me enfermé y no tenía plata. Encima no había hospital. Entonces, me fui a Santa María porque me gustaba en todo sentido.

Ernesto Días.

El gordito Miguel



El gordito Miguel era un personaje muy particular, lleno de fantasía, de humor hacia los demás, de bondad particular y de dulzura. Miguelito mi amigo era de una contextura mediana, de unos 120 kilos de peso, del ancho de una puerta o de una ventana y rompedor de sillas, de camas, de colchones, de almohadones y de todo donde aplastaba sus cantos.
Era un personaje sano, humilde y de mucho apetito: se comía tres platos de fideos, cinco platos de sopa, tres tazas de café con leche y un kilo de tortillas masomenos.
Cuando caminaba, parecía un temblor lleno de mondongo o una gelatina desparramada. Ese era mi amigo Miguelito, el gordito destrozón y torpe a la vez por su gordura.







Víctor Cornejo

Blanquita en la placita



Blanquita caminaba todas las mañanas en una plaza despoblada. A veces se quedaba quieta y miraba al cielo, primero con un ojo, después con el otro. Iba a un banco, luego a otro. Pero su lugar favorito era el monumento que estaba justo en el centro.
Blanquita se acercaba a los hombres y sobre todo a los viejos solitarios, pues sabía que algo obtendría de ellos. ¡Ah, pero eso sí!: odiaba a los perros.
Cuando hacía mucho calor, Blanquita mojaba su cuerpo en la fuente donde navegaban algunas hojas secas. No sentía vergüenza, sólo miedo. Todo el tiempo estaba a la defensiva, y cuando se quedaba quieta, miraba al cielo, primero con un ojo, luego con el otro.
Un día en que Blanquita desayunaba galletitas junto a un anciano, ocurrió lo terrible. Un dálmata discreto llegó como un secreto, abriendo los arbustos, causando mucho susto, y el tiempo que es injusto no quiso que Blanquita se viera prevenida.
El viejo con espanto pegó un bastonazo al lomo del manchado. Pero todo fue en vano, la muerte llegó pronta y el perro con desgano se comió a la paloma

.Miguel Valle

CUENTOS DE TERROR



EL MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Allí yacía en su cama un féretro oscuro que iluminaba tan solo con su barba blanca y sus ojos semi abiertos, como esperando un porqué de su muerte, si él lo sabía todo.
Hola viejo ¿Cómo estás hoy?, ¿Qué tienes de nuevo para mí? Te olvidaste de contarme cómo viviste tus días de gloria. Me quiero empapar con tu sabiduría, beber tu sangre y que me digas lo bueno y lo malo.
Y siempre me contestas: ¡Hoy es tu día! … Quedo solo, sin una sonrisa, sólo tu voz que grita a través de tus ojos: ¡Vive la vida!




Antonio Moreno

El cielo color de rosa



Mariano llevó galletas dulces y una gaseosa. Se sentó en el pasto y abrió el paquete para devorarlas. Observó cómo otras personas también comían en rondas o tomaban mate. Algunos paseaban perros y otros leían un libro.
Era pasado el medio día y el sol había sido implacable ese día. Mariano bebió la mitad de la gaseosa y empezó a notar que el cielo se teñía de un tenue color rosa. “¡Qué extraño!” pensó y se refregó los ojos, pensando que sufría de un defecto óptico. Pero en seguida las otras personas comenzaron a mirar el cielo que se iba poniendo de un color rosa intenso.
El pronóstico decía que hoy sería un día normal, pero las primeras en ponerse nerviosas fueron las aves, que huían todas y los perros que se unieron en un siniestro coro de aullidos.
La gente estaba de pié y miraba al cielo con gesto de desconcierto, tratando de comunicarse por sus celulares, pero inútilmente ya que las líneas estaban muertas. Comenzó a soplar un viento muy caliente que traía pequeñas partículas rojas, que al hacer contacto con la piel, causaban un gran ardor. La gente corrió desesperada.
Cuando pasó el viento, el paisaje quedó inundado por puntos rojos del tamaño de una moneda. Todas las cosas tenían puntos rojos: las casas, las calles, los autos, los árboles y las personas. Y Mariano contempló su cuerpo, lleno de estos puntos rojos. Y la gente se miraban unos a otros, tratando de borrar esos puntos, pero era imposible, ya que estaban como tatuados en la piel.
En el cielo que ya era de un color naranja, apareció con asombro un sol rojo, o al menos, eso parecía. Y era diez veces más grande que nuestro sol. Al ir apareciendo, todos los puntos rojos explotaban en llamas de fuego. La gente corría presa del terror, pero en pocos segundos sus puntos rojos explotaban.
Una mujer y su perro explotaron a dos metros de Mariano. Luego Mariano sintió el calor del sol rojo.
Miguel Valle

jueves, 7 de julio de 2011

Invisibles



Parecieran seres invisibles
que pasan o están sin estar,
suspendidos en su tiempo
escapados de otros tiempos.
Invisibles a la mirada
cuyos rostros hoy no miro,
porque pareciera que,
invisibles a mis ojos
que los abstraen del paisaje,
no tuvieran el coraje
de mostrarme sus despojos.
Seres de noches perdidas
de días entre las sobras,
con la vida en zozobras
y las esperanzas suspendidas.
Paso y no los miro,
paso y no los siento,
seres que lleva el viento
que expresa su suspiro.
Viven entre jergones
obnubilados por alcoholes,
con lluvias o con soles,
calentados por fogones


Alfredo Mors.

Vuela, Sueño, Vuela

Villa Rivera Indarte. Arguello. Verano del 2003. Una casa modesta y rodeada de majestuosos árboles, reposa el puro sol del estío tras una calle de tierra sin contorno…
-¡Seba!, ¡Seba!, ¡No has cortado los yuyos! Después crecerán más y te será más difícil!- La voz femenina podría escucharse a una cuadra de distancia en la silenciosa siesta.
-Ya, ya, ma. Mañana lo haré. Hoy iré a pescar a “Rincón Bonito”…
-Con “tu pesca” ya estaríamos muertos de hambre. Ah, ¡Si viviera tu padre!
Y el muchacho, un adolescente de 18 años montó en la bicicleta y partió raudamente.

El lugar es apacible, acogedor, invita al retiro místico. Rodeado de sendos árboles, un río poco profundo atraviesa y un puente roto reposa su inercia sobre las tranquilas aguas.
El paraje perteneciente a Villa Rivera Indarte, se ubica al final de la Av. Ricardo Rojas, entre ésta y el río Suquía, con añosos árboles integrando una flora y fauna ubérrrima. Una isla de más de una hectárea se enclava en medio del río dividiéndolo en dos brazos.
Sebastián, tal es el nombre de  nuestro protagonista, se apeó de su bicicleta y apoyándola en un tronco, sentose en un rincón umbrío, bajo inmensos árboles. Acomodó su caña de pescar, lanzando el anzuelo al río.
Tomó su morral, del que extrajo cuaderno y lápices y luego, casi con ritual religioso, se dispuso a sentir aquella paz que lo rodeaba.
Cerró sus ojos a fin de percibir en su pureza los sonidos de ambiente: trinos de pájaros, algún grillo y el manso tránsito del río.
¿Cuánto tiempo estuvo en tal éxtasis? No lo sabía porque, en realidad percibía, todas las veces que visitaba ese mini Edén, que el tiempo no corría (“time don’t runs” repetía), que estaba estaba en suspenso o que adquiría -en todo caso-  un ritmo o movimiento distinto, inusual, fuera del campo cronológico, más lento y a la vez, más intenso…
Recordaba que, desde niño, incontables veces había venido a este Retiro Sagrado (“my Holy Place”, invocaba). Cual profilaxis del duro oficio de vivir y el amargo status de la pobreza. Sebastián encontraba aquí una grata reparación y una compensación saludable.
Sí, incontables veces vino a este sitio. Y al morir su padre muy joven, sintió que el mundo se abría ante él, oscuro y horrible, y que no soportaría la existencia. Pero aquí en el retiro sagrado encontró sosiego para su dolor. Aquí los pájaros con su trino y algarabía, aquí en noches de estío, los cantos de grillo exaltando el misterio; aquí pudo reconciliarse con la vida.
Y como en una película desfilaron algunos pasajes de su vida por su mente. Siendo el mejor alumno del colegio secundario había terminado con promedio más alto en inglés (el año anterior) y anhelaba estudiar Ciencias Naturales (Geología, Botánica, Zoología), pues amaba la naturaleza en todas sus expresiones. No comprendía la ruina de la humanidad al contaminarla y destruirla. La pobreza, empero, y la necesidad de ayudar a su madre eran óbices para concretar su sueño.
En sendos cuadernos anotaba lo que observaba en esa región: las distintas especies de aves y sus migraciones. Respecto a los árboles, sus nombres y características (del sauce obtuvo aspirina con su corteza), etc. y planeaba registrar y analizar las piedras y rocas locales como un verdadero geólogo…
De pronto, un ruido lo sacó de sus meditaciones. Los ladridos de un perro llamaron su atención. Al mirar alrededor, notó que a unos 30 metros, un perro ladraba, tratando de morder a un pájaro herido en la tierra.
De un salto, el joven tomó una piedra y la arrojó al can. Éste retrocedió asustado y volvió a la carga, pero otra pedrada y varios gritos le hicieron desistir. El animal se alejó del lugar.
El adolescente se aproximó, curioso, al ave, que trataba en vano de alzar vuelo y daba brincos. Sebastián no pudo asir al pájaro al principio pues éste se desesperaba por volar sin lograrlo, agotando sus fuerzas. Finalmente, el joven consiguió asirlo, lo arrulló, lo calmó y lo sopló reiteradamente.
Notó que  su ala izquierda estaba herida, el resto en orden. “¿Qué lo habría lesionado?”, se peguntó. “¿Habrá sido el perro?”, se dijo. Pero los perros no cazan pájaros. Cualquiera que fuese la causa, se determinó al salvataje del ave.
Con su pañuelo humectado en el río, frotó y masajeó el ala comprometida. Por momentos el pájaro cerraba sus ojos, en actitud de dormirse, pero el joven lo alentaba.
“No te duermas, Sueño, no mueras. Te pondrás bien. No te duermas…”. Pronto, encontró un insecto -una libélula-, lo pisó y alimentó al ave, hizo lo propio con una carnada de pesca.
El ave aleteaba con el ala no comprometida, por lo que improvisó un vendaje con su pañuelo y un trozo de madera. Luego, colocó al pájaro en su bolso, recogió los elementos de pesca y partió en su bicicleta.
Los días transcurrieron y el ave mejoraba, con la atención que Sebastián le prodigaba. Había colocado al pájaro en una jaula, lejos del alcance de los perros y diariamente le hablaba y acariciaba. Le hacía beber agua con aspirina disuelta y otros cuidados médicos.
“¡Deja morir en paz a ese pájaro!”, le regañaba su madre. “¡De tanto soplar y frotar el ala se quedará sin plumas!”, ironizaba.
Pero Sebastián acariciaba al ave contra su pecho sin atender la crítica.
“No se morirá, ma. Yo lo sé”, aseguraba.
“Ya vendrán tus amigos de la otra cuadra, el “Cholo” y el Pedro y se burlarán de tu pájaro”-reíase su madre-. “Dirán que eres el “cuida pájaros”.
“Y ellos serán los espantapájaros”, retrucó Sebastián.
“Pues, más luego, ve a pedir un paquete de fideos en fiado a Don Julio”, ordenó su madre. “O nos comeremos a tu pájaro”.
“No lo comeremos, ma. No lo haremos…”.
“Y deja de traer piedras y rocas a tu dormitorio que hay que limpiarlo, ¿qué haremos con ellas?”
“Las sacaré al patio, ma. Ya las sacaré”
Y una tarde mientras desmalezaba el terreno alcanzó a ver que el pájaro por sus propios medios salía de la jaula, cayendo al piso. Luego, se levantó y con esfuerzo levantó vuelo, pero no duró pues volvió a caer. Caminó pasos y nuevamente voló hasta un poste cercano, apoyándose en él. De allí voló hasta un árbol.
El muchacho se acercó y el pájaro se quedó quieto e inmóvil. Al parecer, el ave vacilaba entre quedarse junto a su rescatistas o volar libremente.
La tarde estaba con un clima templado (a 25 grados de temperatura) y el cielo sin nubes. El silencio se instaló entre el joven y el pájaro. Como sin mediar una comunicación cierta, pues ninguno de los dos se movía.
De pronto, el ave levantó vuelo, se alzó varios metros y dio varias vueltas en círculo, exactamente sobre la cabeza del joven, como despidiéndose y después voló más alto aún y se dirigió a línea recta hacia el sur, sedienta del horizonte y burlando la gravedad.
Al comienzo, sus alas se percibían en un aleteo perfecto, luego se fueron paulatinamente haciéndose más pequeñas hasta convertirse en un punto al cual el firmamento, finalmente se lo tragó.
Sebastián con ojos húmedos, balbuceó:
“Vuela, sueño, vuela”.