domingo, 10 de julio de 2011

Blanquita en la placita



Blanquita caminaba todas las mañanas en una plaza despoblada. A veces se quedaba quieta y miraba al cielo, primero con un ojo, después con el otro. Iba a un banco, luego a otro. Pero su lugar favorito era el monumento que estaba justo en el centro.
Blanquita se acercaba a los hombres y sobre todo a los viejos solitarios, pues sabía que algo obtendría de ellos. ¡Ah, pero eso sí!: odiaba a los perros.
Cuando hacía mucho calor, Blanquita mojaba su cuerpo en la fuente donde navegaban algunas hojas secas. No sentía vergüenza, sólo miedo. Todo el tiempo estaba a la defensiva, y cuando se quedaba quieta, miraba al cielo, primero con un ojo, luego con el otro.
Un día en que Blanquita desayunaba galletitas junto a un anciano, ocurrió lo terrible. Un dálmata discreto llegó como un secreto, abriendo los arbustos, causando mucho susto, y el tiempo que es injusto no quiso que Blanquita se viera prevenida.
El viejo con espanto pegó un bastonazo al lomo del manchado. Pero todo fue en vano, la muerte llegó pronta y el perro con desgano se comió a la paloma

.Miguel Valle

No hay comentarios: