El gordito Miguel era un personaje muy particular, lleno de fantasía, de humor hacia los demás, de bondad particular y de dulzura. Miguelito mi amigo era de una contextura mediana, de unos 120 kilos de peso, del ancho de una puerta o de una ventana y rompedor de sillas, de camas, de colchones, de almohadones y de todo donde aplastaba sus cantos.
Era un personaje sano, humilde y de mucho apetito: se comía tres platos de fideos, cinco platos de sopa, tres tazas de café con leche y un kilo de tortillas masomenos.
Cuando caminaba, parecía un temblor lleno de mondongo o una gelatina desparramada. Ese era mi amigo Miguelito, el gordito destrozón y torpe a la vez por su gordura.
Era un personaje sano, humilde y de mucho apetito: se comía tres platos de fideos, cinco platos de sopa, tres tazas de café con leche y un kilo de tortillas masomenos.
Cuando caminaba, parecía un temblor lleno de mondongo o una gelatina desparramada. Ese era mi amigo Miguelito, el gordito destrozón y torpe a la vez por su gordura.
Víctor Cornejo
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