miércoles, 2 de noviembre de 2011

Mi barrio



Para mi abuela Estela y su hijo Black

En mi barrio hay un auto destartalado donde viven dos gatos. A veces me gustaría ser como los gatos y andar por las cornisas, arañando el cielo sobre los tejados.
En la esquina de mi casa hay una verdulera amable que siempre dice mi nombre cuando me ve doblar la cuadra. Adoro ver el color de las naranjas o las mandarinas en otoño y a veces dejo mi huella posada sobre una de ellas (sin que esta señora lo sepa).
De noche, me tiritan los huesos del dolor y mi mamá me prepara leche tibia antes de dormir. De día, salgo a pasear por las calles, miro la gente pasar. Soy muy sociable con todos, pero odio ver a los extraños.
En la plaza, me gusta sentarme sobre el pasto mojado del rocío de la mañana y observo llegar los chicos a la escuela.
Para ser un anciano, aún puedo hacer muchas cosas, como asustar a los niños que intentan jugar a la pelota en mi cuadra.
Todavía conservo mi figura y el prestigio de mi estirpe que, aún callado, inspira respeto sobre los demás.
Sobre la calle Puerto de Palos, vive un delincuente, yo lo he descubierto en una de mis caminatas nocturnas. Tiene amores con la vieja siniestra de la Paysandú.
Ahora estoy solo en casa y percibo la llegada de este hombre. Sé que es él y que quiere hacerme algún daño, tengo el instinto de ello.
Sigilosamente me oculto entro al cuarto de mamá y, con cautela, oigo cómo desordena y acarrea cosas valiosas que pretende llevarse. Me duelen los huesos y tengo varias muelas careadas, pero aún escucho muy bien.
Él hombre entra a la habitación y me descubre debajo de la cama, nos miramos fijamente. A mí se me eriza todo el cuerpo. Él hombre pretende ignorarme, descree de mi capacidad para interferir en su macabro plan.
Entonces, con todas las fuerzas de mi ya añoso corazón me abalanzo sobre él y clavo mi mandíbula sobre su pierna. En eso llega mamá y corre asustada por los gritos del delincuente que escapa por la puerta entreabierta acarreando una pierna ensangrentada.
En mi barrio hay muchos tránsfugas, pero un viejo setter irlandés como yo, todavía conserva sus artimañas.

Mariana Valle

1 comentario:

Lic. Glenda Valle dijo...

Hermoso!!! Me encantó, no sabía que habías retratado tan bien al añoso Black!! Felicitaciones!!