domingo, 26 de junio de 2011

Los tres malvados cerditos

En una cueva sin telarañas vivía un lobo muy bueno. Todas las mañanas el lobo bobo cepillaba sus inofensivos colmillos y recorría el bosque en busca de miel, maíz y algunas frutas para alimentarse.
Muy cerca del bosque vivían también tres malvados cerditos, que habrían sembrado el temor en toda la comunidad silvestre.
entre sus fechorías se cuentan:
la sustracción del cuerno mágico del unicornio, el robo del canasto de Caperucita Roja, el homicidio de uno de los enanitos de Blanca Nieves y el secuestro del ratón del campo para extorsionar a un millonario primo de la ciudad.
El hecho es que una mañana iba alegremente el lobo bobo cantantdo el arroz con leche ayudadno a cada oveja perdida que encontraba a volver con su rebaño. Se sentó a descansar bajo una mora y un cuervo que ahí estaba le convidó con un trozo de queso. Nuestro amigo lobo disfrutaba plácidamente del queso, cuando de repente, saltaron desde atrás de unos arbustos. La pandilla de los tres cerditos que tenían claras intenciones de hacer dañoal buen lobo bobo.
Lobo bobo corrió lo más que sus piernas pudieron. En el camino se encontró a una liebre y a una tortuga que competían una carrera. Los tres malvados cerditos no le daban tregua, lo seguían muy de cerca rodando en sus patinetas.
Por fin, llegó el lobo a la casa de la abuela de caperucita roja, quien en ese momento no estaba porque había ido al cine con un leñador.
El pobre lobo se encerró en la casa y corrió temblando a meterse debajo de la cama.
Los tres cerditos se pararon frente a la puerta y habló el mayor: -¡Lobo, bobo!, sal de una vez o este heno arrojaré y la casa derrumbaré.
Como lobo bobo no salía, el primer cerdito arrojó un fardo de heno contra la casa, pero no logró derrumbarla.
El lobo se persignaba, debajo de la cama.
Después habló el segundo cerdito: -Lobo bobo, ¡sal de una vez! o este palo arrojaré y la casa derrumbaré. El lobo no salió, entonces el segundo cerdito arrojó el palo contra la casa, pero ésta no se derrumbó.
Mientras tanto, el lobito rezaba un padre nuestro. Por último habló el cerdo más chiquito y dijo:
-Lobo bobo, sal de una vez o mi bazooka dispararé y tu casa derrumbaré.
Mientras tanto el lobo bobo logró salir al tejado a través de la chimenea, disfrazado con el camisón de la abuela de caperucita. El cerdito disparó la bazooka y de la casa no quedó absolutamente nada. Los cerditos se dieron por satisfechos y volvieron a su granja.
De lobo bobo nunca se supo más nada. Pero ceuntan que desde ese día, una abuelita muy tierna pasea por el bosque cantando el arroz con leche y recolectando miel y frutos silvestres. Colorín colorado. Este cuento se ha terminado.
                        Miguel Valle.

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