Esto comienza así. Se va la primera:
Árbol de sangre riega la mañana,
riega la mañana mi corazón
en llamas.
Y mi amor por ti se contagia
con el alba del amanecer de tu alma
y de tus sentimientos.
Y estoy escondido
bajo tus sábanas encendidas,
que se convierten en llamas
de tu contextura liviana y perfecta,
y de tu figura suave, dulce y perfumada,
llena de sangre y de juventud adorada.
Y tu ternura fogosa
me quema hasta los dientes,
y nos convierte a ambos en sangre y fuego.
¡Ay que me quemo!
Víctor Cornejo
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