lunes, 27 de junio de 2011

EL MUNDO




Éste es mi mundo caído de un juego que mi Supremo llamaba Pallana. En sus momentos de ocio jugaba con todas esas piedritas que luego llamaron Planetas. El mío Tierra es muy lindo y único, ya que para mí los otros son desconocidos.
¿Cuánto tiempo le habrá llevado a mi Supremo ponerle al planeta tantos árboles distintos, animales, tierra, agua y hielo? Él dejó para divertirse otro juego: el hombre; a quien ni siquiera le puso ropa interior, sino sólo dos hojas. Pero el Supremo nunca pensó que esos muñecos crearían cosas muy dañinas a las que llamarían: Progreso.

Antonio Moreno

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