martes, 23 de febrero de 2010

Infinito Recreo




Son las diez de la mañana y suena el timbre del recreo. Todos salen hacia afuera del aula, menos yo.
La profesora parece inmutable mirando a través de los cristales de sus anteojos; corrige algunos trabajos prácticos.
Los demás salen aliviados de que la hora de química haya finalizado. Ahora viene la clase de biología. La inmutable profesora de química se vá y quedo yo solo en el aula. Miro el redondo reloj de pared que está sobre el pizarrón; ya son casi las diez y cinco. Mis dedos resbalan por el critstal y todo mi cuerpo está húmedo.
Timbre nuevamente, entran mis verdugos, algunos con la boca llenas de migas de pan y sorbiendo alguna bebida. ¡Qué alboroto hacen para volver a ubicarse en sus bancos!. Hay quienes entran revisando sus mensajes de texto y ni siquiera miran por donde caminan, y cuando los chocan,¡claro!, la culpa siempre es del otro. En fin...
Silencio total, ingresa el torturador. Tiene en el rostro el gesto de la muerte y trae una pequeña caja metálica con distintos instrumentos punzantes y cortantes. Mete la mano en mi caja de cristal y yo salto en en interior de ella; trato de salvarme, obedezco el instinto; pero pronto mi lucha cesa. Me ha atrapado y me eleva a la altura de sus ojos donde puedo contemplar su retorcida sonrisa y la ausencia de un incisivo.
Con la otra mano, se dirige a la clase y anota el tema del día. Entonces escribe: "Disección de una rana".

Miguel Valle

1 comentario:

ALFREDO MORS dijo...

¡¡Buenísimo!!
Miguel y su capacidad de hablar desde lo íntimo de la naturaleza. de toda la naturaleza, especialmente los animales...