miércoles, 25 de agosto de 2010

Cuentos y Leyendas de Córdoba

La Pelada de La Cañada



Corría el año 1885, año en que se implantaba la Ley Nacional del Servicio Militar Obligatorio. Además en ese mismo año, Leopoldo Lugones fundaba el primer Centro Socialista.
Siguiendo los acontecimientos ocurridos en ese año, diremos que el viernes 17 de mayo, llegaba al recinto de la legislatura, alrededor de las 14 horas, el triunfante nuevo gobernador a prestar juramento. Tratábase de un joven abogado de 35 años de edad, que ocuparía el sillón que dejaba Don Manuel Estrada. Nos referimos al Doctor José Figueroa Alcorta, que mas tarde seria Presidente. Por esos tiempos, todavía Córdoba se alumbraba por las noches, con farolitos a gas de carburo de calcio y la ciudad se constituía en una aldea esencialmente religiosa, que se acostaba con murmullos de rezos y se despertaba al tañer de las campanas de sus iglesias.
Se vivía en una época de duendes y fantasmas. La superstición o la credulidad del pueblo, se entremezclaba con creencias esotéricas, donde proliferaban sucedidos y leyendas que corrían en las tertulias familiares llegando esos comentarios a atemorizar las mentes infantiles, hasta en las horas de “las inevitables siestas”, creando duendes y fantasmas, merced al clima propicio de aquella sociedad.En cada baldío o zanjon la imaginación de aquellos habitantes creaba un fantasma, nos atreveríamos a pensar. Los lugares mas aprensivos por lo sombrío del panorama, solía ser La Cañada, culpable también de las inundaciones traicioneras.
Fue justamente , en el trayecto desde Las Cinco Esquinas hasta su desembocadura con él rió, que empezó por aquellos años a aparecer un fantasma que durante largo tiempo provocó el temor de muchos cordobeses, para después convertirse en una leyenda.
Las características de este aparecido, según los comentarios, de los que decían que lo vieron: “Era movediza, tenia una lustrosa pelada, vestía de blanco y crecía y sé encogía con facilidad”. Tratábase de La Pelada de la Cañada. De Pronto se aparecía cerca de la Capilla del Niño Dios (que se ubicaba en la intersección de la calle San Juan y La Cañada), como por las inmediaciones de la vieja fabrica de porcelana, por la calle Rioja.
Tal vez aprovechando la fama de la Pelada de la Cañada sin dudas, habrían aparecido algunos imitadores. Pero lo cierto es, que entre los asaltados por este fantasma, habría un comerciante "turco" que decía se le había aparecido por la fabrica de porcelana . Lo interesante del caso, era que del susto recibido, no podía bajarse del caballo que montaba, y pretendía por ese inconveniente, hacer la denuncia desde su cabalgadura. Cuentan que el comisario no encontraba la manera de hacerlo descender del animal al denunciante y al preguntarle el “por que de su actitud”, contestole el turco de marras:
Pasar señur comesario, que la Belada de la Cañada, ha asustado al caballo mío y ahora no dejar bajar al pobre turco...
Preguntando en la oportunidad el Comisario:
>Usted, ¿no se asunto, amigo?
Respondiendo el turco:
Yo simplemente ensuciar pantalones, señur comisario.
Para terminar de contar esta anécdota, diremos que tiempo después unos soldados del Regimiento 4 de Ingeniería que tenian sus cuarteles precisamente en la vieja fábrica de porcelana entre la calle Rioja y La Cañada, le hicieron una celada al fantasma, no se sabe si fue el autentico, y le dieron una soberana paliza.

JARDIN FLORIDO



Esto que comentaremos no es una historia, le faltarían años, ni siquiera una crónica y menos una anécdota. Es simplemente un recuerdo de nuestra Córdoba, que se nos fue ayer nomás.
Se llamaba Fernando Albiero Bertapelle y había venido de un pueblito de la provincia vecina de Santa Fe, y no de Italia como muchos creyeron.
Antes de hacerse famoso por su vestimenta y por sus flores, empezó a trabajar en el viejo bar y confitería “Richmond”, allá por la calle Buenos Aires frente a la plaza San Martín. No importa saber de que, solo diremos que fue desde 1931 a 1933. En el año 1936, merced a un a recomendación de un famoso abogado penalista, que tenia su estudio juridico justamente con otro no menos conocido, por la calle Rivera Indarte al 500, entro a trabajar en un club aristocrático y su figura empezó a visualizarse por las calles de la ciudad vestido de etiqueta, con un pequeño ramito de flores en su solapa y un lustroso bastón cuya empuñadura era una bola de billar legitima de marfil, adminículo que le ocasionaría varios inconvenientes en su pintoresca vida, cuando se le salía del madero.
Más tarde lo individualizaron con mayor nitidez, porque agrega a su atuendo "un florido lenguaje", cuando se dirigía en especial a las damas de "la docta" y su nombre de pila se pierde definitivamente, hasta para sus propios allegados, porque es la ciudad de Córdoba, quien lo bautiza por siempre, con los apodos de “Ventanita Florida”(por culpa de una nota de Don. Azor Grimaut) y por el apelativo de “Jardín Florido”, que finalmente le quedara hasta su desaparición. Al correr el tiempo “Jardín Florido” se adueña de las arterias de la ciudad que le dio su nombre. Ocurre que ambos se complementaban.
La ciudad porque evidentemente protege al personaje que ha engendrado y “el hombrecito elegante y piropeador” sabedor de ello, agradecido le ira perfumando las calles de piropos. Posteriormente: “Jardín Florido” entra a trabajar en una inmobiliaria (Villalón), en la calle 25 de Mayo al 200, al lado del Hotel Victoria, donde realiza excelentes negocios, que le permiten adquirir su conocido automóvil “Packard” que muchas personas aseguraban, había sido de Carlos Gardel(cosa que no es cierto, pues el coche del cantor, que era replica del que comentamos, había sido adquirido por un vecino Alta Córdoba), con floreros en los costados, que nuestro personaje no dejaba nunca de ponerle flores. Entonces, hasta aquí, hemos descartado dos arraigadas suposiciones demostrando que “Jardín Florido” no era ni traficante de drogas, ni que su coche era de Carlos Gardel, como se decía.
>Ahora pasaremos a relatar sus intimidades. Sabemos que Jardín Florido vivía en la calle Antonio del Viso 738, planta baja, al lado de la comisaría séptima, de estado civil soltero, pero pocos conocerán que vivió en una finca, propiedad del señor Sebastián Monserrat, alrededor de 30 años y que falleció en ella, en julio de 1963, entre las 9 y 10 de la mañana, cuando tenia 88 años. Y que poco tiempo antes de su desaparición, le agradaba de sobremanera tomar el tranvía cuando estaba en movimiento, demostrando de paso un excelente estado físico.
Este personaje novelesco de la Córdoba nuestra, no vivía solo como muchos podían suponer. No, compartía sus horas, en compañía de una dama, nativa del departamento Sobremonte. Relación amorosa que llego a prolongarse alrededor de 10 años, hasta su muerte.
Además diremos que la comida, la recibía de la confitería del Plata, (pues era muy amigo de sus dueños). Por ultimo comentaremos que su especial modo de pensar y vivir, lo llevo a ser culpable de una involuntaria tragedia. Allá por 1953/54 conduciéndose en su famoso Packard al llegar a la intersección de las calles Urquiza y Jerónimo Luis de Cabrera, al observar una hermosa mujer que pasaba por las inmediaciones, no pudo con su genio, soltó el volante de su coche con intenciones de sacarse su galera y arrojarle una flor a la bella dama, como era su costumbre, e imprevistamente se llevo por delante con su coche a tres escolares de la escuela Garcia Faure. Perdiendo a su automóvil a su pequeña fortuna en concepto de indemnización y otros gastos. Solo nos resta decir que Jardín Florido fue, una parte indivisible de la Córdoba romántica y que se podría definir con los versos del poeta que decía:No se que dice suspirando el agua,
del rio que cruzaba en su piragua,
el indio aquel que se llamo Suquia.
No se que dicen sus perennes voces.

La llorona (Argentina)



La llorona era una mujer de 1975, cuando argentina estaba en guerra.
ella cuidaba su hijo como cualquier madre, pero un día le robaron su beba de 18 meses.
ella descontroladamente se ahorco en una cabaña en 1978, su cuerpo fue hallado después de 12 meses, ya que se creía desaparecida está mujer llamada maría del carmen monterriego, o como el mito dice "la llorona".
la muerte de maría causo dolor, mucho dolor, tanto que ya fue olvidada, pero no en los mitos clásicos.
la historia paranormal comienza en 1990, cuando un hombre de villa maría llamado Raúl, vio una mujer de unos 33 años que caminaba con un tapado negro por las calles llorando desconsoladamente a las 3:30 de la noche.
el hombre, Raúl, fue a hablarle y le dijo que, que hacia caminando con un tapado negro a esas horas de la madrugada, ella no le respondió y siguió caminando... Raúl le volvió a preguntar y ella empezó a gritar estas palabras.
"mi hija!, mi hija!, donde estará mi hija, te quiero, te amo, vuelve, mi hija, mi hija!."
La mujer desapareció y en ese momento Raúl supo que era un fantasma.
se dice que la llorona, va noche tras noches, por los barrios para buscar a su hija, solo se la escucha llorar y en muchas ocasiones roba los bebés y en otras los mata.
Este clásico se lo nombra: la llorona, una madre soltera que sufre por su hija desaparecida.
Este mito fue ignorado hasta 1997, porque en ese año la vieron y la filmaron.
Ahora es clásico y se convierte en un mito que todavía sigue existiendo...

El Pitufo Enrique es una leyenda urbana de Catamarca (Argentina). Básicamente es un ser malvado y pequeño que, dicen, se les apareció a unos policías.

Tal hecho fue popularizado, exagerado y comercializado el canal de noticias Cronica TV


Mucho se habla y se sigue hablando sobre un entidad apodada "El Pitufo Enrique", (catalogado asi por la famosa serie Los pitufos, o The smurs) seria mas bien una leyenda urbana que se dio a la fama a principios del año 2000 en donde el canal de noticias Cronica TV anuncion estos acontecimientos sucedidos a 2 policias de la provincia de Catamarca, Argentina.

El 17 de abril del 2000, en Santiago del Estero un agente de policía de la localidad de Frías regresaba a su domicilio por la Plazoleta Antonio De La Vega cuando, repentinamente vio un ¨petiso¨ que identificó como a un niño. Molesto porque era tarde y el menor andaba solo por la zona, el oficial se acercó para recriminarlo con la firme intención de devolverlo a su domicilio, pero grande fue su sorpresa cuando el ¨pequeño¨ de extraña apariencia encendió sus ojos como llamas rojas fulgurantes. Reservado su nombre, el oficial comentó que todo pasó rápido y que de un momento a otro la figura desapareció. Pero todavía más impresionante resulta la experiencia de otro policía, el Cabo Agüero en la localidad de Banda Varela en la Provincia de Catamarca, a pocos kilómetros de la capital provincial. El episodio ocurrió cuando Miguel Carlos Agüero ( 37 ) dijo haber visto un ¨duende¨que le habló y le dijo que venía a buscarlo ¨de parte de Satanás.


El hecho se registró en la subcomisaría de Banda Varela y que debió ser transitoriamente clausurada para evitar una psicosis entre los uniformados. Según indicó el parte oficial enviado por la comisaría tercera de la que depende la subcomisaría aludida, a la 1,30 AM se despachó un móvil al lugar ya que durante tres oportunidades se había intentado establecer comunicación con el agente de consigna en la dependencia infructuosamente. A su arribo pudieron constatar que Agüero se hallaba sin aparente conocimiento, sentado en una silla y los ojos abiertos mirando el techo; tratando de animarlo el agente reaccionó y al momento comenzó a gritar ! me viene a buscar! señalando el vacío. Presa de un shock nervioso con agudos signos de alteración fue trasladado al hospital más cercano donde se realizó un análisis de sangre para determinar la posibilidad de una intoxicación, aunque no se hallaron evidencias de la presencia de substancias que produjeran alucinación. Según el informe médico, Agüero ingreso al hospital con una crisis ¨estereoforme¨ y durante un tiempo del total de su internación deliraba haciendo referencia a ¨una persona enana que había hablado con él¨.
En el periodo que circulo la leyenda, fallecieron de causas desconocidas 3 personas en la zona, las cuales tenían marcas extrañas en la piel, pero ninguna herida, Estas marcas no se pudieron mostrar por que no lo permitieron los familiares. (entonses es alta mentira).
Ante la preocupación generada el jefe de la Unidad Regional Zona Centro, comisario Córdoba, dispuso el cierre provisional de la de pendencia hasta tanto se dispusiera de un oficial para que quedase de consigna en la unidad.




El Pitufo Enrique es una leyenda urbana de Catamarca (Argentina). Básicamente es un ser malvado y pequeño que, dicen, se les apareció a unos policías.


El hecho se registró en la subcomisaría de Banda Varela y que debió ser transitoriamente clausurada para evitar una psicosis entre los uniformados. Según indicó el parte oficial enviado por la comisaría tercera de la que depende la subcomisaría aludida, a la 1,30 AM se despachó un móvil al lugar ya que durante tres oportunidades se había intentado establecer comunicación con el agente de consigna en la dependencia infructuosamente. A su arribo pudieron constatar que Agüero se hallaba sin aparente conocimiento, sentado en una silla y los ojos abiertos mirando el techo; tratando de animarlo el agente reaccionó y al momento comenzó a gritar ! me viene a buscar! señalando el vacío. Presa de un shock nervioso con agudos signos de alteración fue trasladado al hospital más cercano donde se realizó un análisis de sangre para determinar la posibilidad de una intoxicación, aunque no se hallaron evidencias de la presencia de substancias que produjeran alucinación. Según el informe médico, Agüero ingreso al hospital con una crisis ¨estereoforme¨ y durante un tiempo del total de su internación deliraba haciendo referencia a ¨una persona enana que había hablado con él.
En el periodo que circulo la leyenda, fallecieron de causas desconocidas 3 personas en la zona, las cuales tenían marcas extrañas en la piel, pero ninguna herida, Estas marcas no se pudieron mostrar por que no lo permitieron los familiares (entonces es alta mentira).
Ante la preocupación generada, el jefe de la Unidad Regional Zona Centro, comisario Córdoba, dispuso el cierre provisional de la de pendencia hasta tanto se dispusiera de un oficial para que quedase de consigna en la unidad.

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