martes, 18 de mayo de 2010

El Eternauta: Versión de la Hospe


Era un día cualquiera y común como todos. La gente iba y venía, los niños jugaban en la plaza principal de ese “pueblo chico, infierno grande”, como dice el dicho. Los negocios, a todo trapo, ofrecían sus mercaderías… Pero, de repente, se empezó a percibir un intenso sentimiento de peligro que sería la causa de esta historia de terror y de miedo, tanto que hizo que los pueblerinos se dispersasen uno por uno formando un lío bárbaro.
Había surgido una lluvia de gases y ácidos que surgió de la nada y que los hizo disparar a todos.
Lo único que atinó a hacer el grupo de hombres reunidos en el altillo de la casa fue mirar por la ventana. -¡Dios, nunca podremos salir de aquí Esa lluvia nos matará!, dijo con ojos desorbitados el anciano de lentes que observaba el caos de la devastación.
Dirigió su mirada al techo y detectó, con horror, una pequeña gotera (Laura y Víctor)


De acuerdo al argumento que tengo en mis manos, tengo la impresión de que el hombre que baja corriendo aquellas escaleras está en pánico y va en busca de su familia para protegerla…
A lo lejos veo un objeto brilloso que baja del cielo y del que salen unos extraños seres de unos tres metros de altura con unos objetos que despiden a chorros una sustancia rara.
Conclusión: Es evidente que no vienen en son de paz…(Libi)

Mientras tanto, el señor Simon, “el pensador”, sentado en su biblioteca observa una sombra misteriosa: no puede creer lo que ve, la figura transparente toma consistencia hasta que la reconoce como la figura del señor Melvin que mira más allá de la ventana y lo espera en la silla (Ernesto)



Ya son las 22:30 y ella, indiferente a todo, toma un café, lava los platos, y lee un libro mientras mira dormir a su hija y piensa que su marido está tardando mucho por sus negocios… (Ramón)

“-Si esas cosas que tenés ahí se las sacaste a “ellos”porque no sabemos para qué diablos sirven, ¡quizá produjeron la lluvia acida!-“, dice El Negro.
“-Es verdad, su tecnología es mucho más avanzada que la nuestra, ¿y si con eso nos ubican? No vamos a tener la opción de escapar.-”, reflexiona Tato.
“-Si se usaran estas cosas para eso, lo habrían dejado adrede a nuestro alcance. Les digo que las robé”, les explica Antonio
-“¿Escuchan ese ruido que viene del cielo?, ¡vienen para acá!, les dije que nos traerían problemas esas cosas…-”, exclama aterrado El Negro. (Fernando)




Nosotros discutíamos en el sótano, afuera estaban muriendo miles quizá, pero para olvidarnos de eso-parece absurdo- tratábamos de mitigar nuestro dolor jugando a las cartas…
Entonces Pipo propuso un juego extraño “Prueba o Secreto”
“Prueba”, dijo El Negro y lo obligamos a cantar un tema de amor como si estuviese "La Gringuita" enfrente suyo. Desafinó tanto que temimos que rompiera los vidrios y, de una vez por todas, se filtrara el agua mortal.



“Confesión”, me tomo a mí, entonces dije eso terrible que hizo que, segundos después, El Negro estuviera estrangulándome.
“Todo esto es un experimento mío, yo lo ideé”.
“JAJA…Vos sos Dios ahora”, dijo El negro descreído.
“No muchachos, yo nos soy Dios, yo soy un escritor que da vida a personajes y, a veces, los mata. No quería que esto fuera sólo un cómic, quería cambiar el mundo, advertir a todos sobre el riesgo que corre el planeta maltratado por los seres humanos. Si mi idea, concretada por los experimentos científicos del señor Melvin, hizo que tuvieran que morir miles, para salvar a millones, no me arrepiento de nada”…

Mientras El Negro presionaba mi cuello, ya casi desvanecido, lo vi derretirse como cera de vela: los ojos, como canicas, rodaron por la alfombra.
En seguida, me di cuenta que el techo estaba perforado y mis amigos muertos. Me desperté aturdido, prendí "la PC" y empecé a escribir COMO GUIADO POR UNA FUERZA SUPERIOR:

Era un día cualquiera y común como todos. La gente iba y venía, los niños jugaban en la plaza principal de ese “pueblo chico, infierno grande”, como dice el dicho. Los negocios, a todo trapo, ofrecían sus mercaderías… Pero, de repente, se empezó a percibir un intenso sentimiento de peligro que sería la causa de esta historia de terror y de miedo, tanto que hizo que los pueblerinos se dispersasen uno por uno formando un lío bárbaro.


La sombra del señor Melvin, sentado en su silla, consiente cada una de mis palabras… (Carlos S. Y Mariana)

domingo, 9 de mayo de 2010

Escribiendo cuentos infantiles...

29/04/10
  
Lo que no tuve
Un trompo que nunca tuve,
un valero que tampoco tuve,
una bicicleta que tampoco tuve,
 y bolitas que tampoco tuve.
Por eso quisiera ser niño de nuevo
pero ya pasó la niñez tan rápido
que no me di cuenta cuando pasó.
   Ignacio Guerra
29/04/10


Juancito
-    ¿Juancito por qué no querés ir a la escuela?
-    Estoy enfermo mamá, me duele la panza.
-    Me parece que me estás mintiendo, Juancito.
-    No mamá, es cierto, me duele mucho.
Entonces la mamá llorando le dijo a Juancito:
- No te preocupes que llamo al médico. Pensaba que estabas mintiendo para no ir a la escuela. Pensé que querías quedarte a jugar a la pelota con los amiguitos tuyos.
                                Ricardo
29/04/10


El perrito y los espejos
Érase una vez un perrito cachorro solo y asustado, corriendo en la tormenta, en un campo, corría y corría sin encontrar refugio. De pronto, vio una casa e ingresó en ella. Subió rápido los escalones y notó una puerta entornada y con algo de luz. Se asomó con mucho cuidado y asustado. De pronto vio 1.000 perritos como él que lo miraban totalmente paralizados, y se relajó, sonrió y movió su cola. Y los mil hicieron lo mismo. Se sintió bien, protegido. Y entonces pudo descansar de la tormenta.
A la mañana siguiente se levantó y se despidió de los mil y los mil de él. Al irse de la casa vio un letrero que no entendió ya que el perrito no sabía leer, que decía: “la casa de los mil espejos”. Sin darle importancia al cartel, hizo su mejor ladrido y se fue disfrutando del sol y agradecido por haber pasado allí la tormenta.
                                Ángel
29/04/10

Los fideos

Mario era un niño muy caprichoso, era contestador y porfiado. Su madre le hacía sopa todos los días. Pero él no la tomaba, aunque un día la sopa era de arroz, otro día de cabello de ángel, o de ojito de perdiz, o de letras. Él no la tomaba, y así quedaba en el plato.
Un día, en el mueble que guardaban la mercadería: arroz, polenta, fideos, azúcar, yerba. etc., empezaron a hablar los productos entre ellos.
El arroz decía:. - Ya estoy cansado de que nos saquen de a poco y nos hiervan para nada.
El fideo cabello de ángel contestó: - Tenés razón, yo pienso lo mismo.
Los fideos de letras dijeron: - Sí, pero ¿qué podemos hacer? Nos sacrificamos para que ese mocoso nos desprecie.
Entonces el arroz dijo: - Tenemos que darle una lección.
-    Sí, pero ¿cómo hacerlo?- dijeron los demás.
-    Tengo una idea- dijo el arroz.
-    ¿Cuál?- preguntaron
-    Cuando la mamá le sirva la sopa, le hablaremos al niño.
-    ¡Pero ¿cómo?! la mamá se va a enterar.
-    ¡No! confíen en mí.
-    ¿Y qué le diremos?
-    Ya veremos. Hoy vamos a probar, al que le toque lo saluda, mañana lo veremos.
En eso vino la mamá y eligió los moñitos para la sopa. Usó lo necesario y lo demás lo volvió a guardar. La pregunta que se hacían era: ¿qué pasará ahí fuera; se animarán los moñitos a hablar?
Mientras que en la mesa ya estaban sentados el papá, la mamá, y por supuesto Mario. La mamá sirvió la sopa. El papá empezó a tomarla, al igual que la mamá. Pero el niño no, sólo miraba el plato como con asco. En ese momento notó  que la sopa se empezó a mover en el plato, sin que nadie la tocara. Mario abrió los ojos muy grandes al ver eso, pero ahí no terminaba la cosa. Vio cómo los moñitos se asomaban fuera del líquido y lo saludaban:
- Hola gordito, ¿cómo estás?, si no tomas la sopa, no sabes lo que te pierdes
El niño no podía creer lo que veía y escuchaba. Miró a sus padres. Estos seguían comiendo sin notar nada. Entonces comprendió que solo él escuchaba eso y pensó que eran ideas y no tomó la sopa.
Al otro día le tocó al arroz, y en el momento en que miraba el plato, los arroces se asomaron a la superficie del plato y le dijeron:
-    Mirá mocoso, vos ¿qué te pensás? ¿que nosotros nos sacrificamos para que vos nos desprecies?, no te lo vamos a permitir.
Mario no sabía qué hacer, estaba asustado, y los arroces siguieron:
-    O te tomás la sopa todos los días o no te dejaremos comer mas nada, ni dormir, ni jugar.
¡Por Dios! ¡Qué susto se agarró Mario! Desde ese día empezó a tomar la sopa y nunca dijo nada de lo que había visto y oído. Nunca más quedó la sopa en el plato.
                                Carlos Salguero
29/04/10

Los chicos y la bicicleta
Los chicos lloraban porque no tenían bicicleta. Cuando el padre cobró les compró una bicicleta y empezaron a andar en ella. Y cuando se descuidaron, se la robaron y los chicos lloraban…
                                    Ernesto

A partir de fotos e imágenes


15/ 04/10

Moribunda

Soy la última sobreviviente, ya nadie ha quedado. A mi alrededor todo es desolación. Las voces del mundo se han apagado. El sol ya no encuentra cabezas donde posarse, ni flores para besar.
Soy la última sobreviviente y me arrastro por sobre las piedras, escombros y cuerpos despedazados. El olor de la muerte lo inunda todo. No hay árboles, no hay aves por el cielo, ni un espejo de agua cristalina. Y yo voy hacia ningún lado.
Yo he sobrevivido a muchas batallas, guerras, catástrofes y hasta a mentes ignorantes. Pero yo era joven entonces, y cuando una es joven piensa que la suerte es infinita y el camino temerario. Más el tiempo nos enseña muchas cosas, pone su pisada sobre nuestras heridas y jamás tiene piedad por nadie, ni siquiera por mi.
Ahora estoy muriendo, ¡Yo, que fui salvada tantas veces por reyes, locos, pueblos; hasta por la misma mentira!
Pero hoy no encuentro nadie que me salve. Ni un mendigo, ni un vientre, ni un poeta, ni un alma enamorada, ni un ignorante, ni una mente pensante, ni un corazón bueno, ni alguno con despecho.
Yo estoy cansada, en realidad siempre estuve cansada, pero ustedes me obligaron a vivir: ¿Y para qué? Por suerte ahora puedo partir para siempre y nadie me detendrá. Y como el tiempo nunca alcanza; me voy sin regreso. Soy la Esperanza.

                                    Miguel Valle
15/04/10

Fiakini


Esto ocurrió en 1930 en Nueva York. Es la historia de Fiakini. Fue la siembra y el contagio en la mayoría de las comunidades del mundo. Este personaje famoso dormía de noche y de día mientras los demás laburaban como locos. Él siempre tenía una excusa para no hacer nada y vivir a costilla de los demás. Trabajo había pero Fiakini no lo encontraba. Lo mandaban en busca de trabajo y donde encontraba no entraba. Y así la pasaba día a día. Llegó un momento en que le tuvieron que traer el trabajo a la cama.
Colorín, colorado, este cuento ha acabado.
Ah! Se me olvidaba, vive en la hospedería. ¡Bajo y atorrante anda a laburar, la pucha que te p…!

                                Víctor Cornejo

15/04/10



Sombra y circunstancia 
Este hombre está caminando por la sombra. Está perdido por la sombra. Anda buscando adonde estar porque anda perdido. No encuentra adonde estar y yo le conseguí adonde estar.
                                    Ernesto
15/04/10



El bar 
Estoy en el bar, tomando una copa de coñac, esperando a mi novia, para después de almorzar ir al cine, y después del cine al hotel. Y después del hotel cada uno para su casa, para al día siguiente volvernos a encontrar.
                                Alejandro Molina
15/04/10



La caída
 Estaba yo parado en una esquina, fumando, cuando vi a mi derecha algo que me deslumbró: venía caminando una mujer, ¡pero qué mujer!, tenía todo en su justo lugar, sin exagerar. Su andar sensual, su cabello largo ondeaba sobre sus hombros, sus piernas delineadas con unas sandalias taco alto y  su vestido blanco, corto… demasiado. Ella caminaba sensual, su rostro era de una belleza casi salvaje,  y yo extasiado la veía venir tan fina, tan…
De repente se sintió un “¡ay, ay!” y allí estaba ella, desparramada en el suelo, se había pegado un hortión de aquellos. Y esa belleza se convirtió en loca, por los gritos que pegaba:
- La pu…  q… lo pa… , se me rompió una uña y el taco se quebró, ¡con lo que me costaron! ¡Me quiero morir!
Corrimos varios a ayudarla, pero, al llegar, nos miró y lo primero que dijo fue:
Déjenme sola, mamarrachos, tómense el palo.
¡Huy Dios, qué locura carga la mina esa!
Y así toda esa belleza se te transformó en fealdad. ¡qué chasco!
Y me fui, silbando bajito.

17/02/10




Mirando pasar las nubes
Estoy recostado en un banco,
en un banco de una plaza,
boca arriba, mirando pasar las nubes,
así como pasan ellas, así pasa rauda la vida.

Una vida que no alcanza
a cubrir nuestras metas, nuestras esperanzas,
nunca es suficiente, nunca llegamos a concretar
nuestras quimeras, nuestra ilusión de saber más.

¡Cómo hacer para que esas nubes paren!
¡Cómo hacer para que la vida no pase!
Eso si que es un sueño imposible de lograr,
y como esas nubes, la vida, debe continuar.
                                    Carlos Salguero